Soy un director no un carnicero: Cineastas contra magnates / Cineastas en acción

Todo el concepto detrás de Cineastas contra magnates y Cineastas en acción parte de una demanda contra Dalí, que después de vandalizar una vitrina en Nueva York es apoyado de alguna forma por un juez diciendo: "todo artista tiene derecho a defender su obra hasta las últimas consecuencias", como demuestran los dos documentales españoles en la industria cinematográfica eso implica luchar en muchos frentes ante las múltiples mutilaciones con fines comerciales, completo desinterés o absoluta negligencia por una obra.

En un momento en que las opiniones se oponen a veces a los mismos intereses, Danny Boyle habla de un cine serializado y agotado por esa falta de creatividad, George Lucas y Steven Spielberg sobre la posible implosión del cine ante la tecnología y Steven Soderbergh promete abandonar por el estado de la cinematografía dirigida por gente que no está interesada en el cine, sino en números, retomar Cineastas contra magnates y Cineastas en acción  parece más que oportuno.


Ambos documentales son sobre  la conversión del cine en industria, el dominio de Hollywood y como sus códigos sometieron a otras cinematografías, pero esa es solo la superficie porque los directores en combate también buscan la libertad creativa, exigen una mejor materia prima y la mejor preservación de su material. Como dice George Sidney, los directores "escriben una época, escriben felicidad, escriben tristeza, pero la nuestra", por eso se debe establecer el derecho de autor no solo como un poder económico, también como un derecho y garantía moral, algo que olvidan los estudios y productores, de ahí deben partir las razones por las que el cine de autor adquiera su nombre, brindando una importancia y respaldo a su obra, en realidad no nos sorprende que esa defensa llegue desde afuera de Estados Unidos.

El cine, que al no ser considerado en muchos ámbitos como un arte auténtico, es mutilado y cortada su continuidad por anuncios, coloreado por moda o incluso modificado su formato en favor de objetivos comerciales, que convierten la expresión original en algo completamente diferente, dañando no solo los derechos de autor, sino también la exposición de la misma película, olvidando que a final de cuentas continúa existiendo aún después de quien lo visionó.

De la concepción a las aberraciones del doblaje (que hay que indicar no es una postura despota que sostenemos algunos al negarnos a ver películas de esa forma) y al necesario final cut que nos inclina a rechazar la versión del productor y ansiar la visión del director, Cineastas contra magnates y Cineastas en acción muestra que la mayoría del tiempo algunos sectores de la propia industria cinematográfica ven las películas como un producto, uno que se socializa masivamente con un público objetivo y con un realizador ajustándose a esas necesidades de mercado, ya que los títulos y propuestas originales tienen poca o nula importancia ante el poder de sistema de blockbusters.

"Soy un director, no un carnicero" dice King Vidor al hablar sobre el derecho moral y la exigencia de que toda obra sea expuesta como fue concebida originalmente, por esa razón ambos documentales muestran ejemplos a pantalla dividida de cambios que a veces lucen como verdaderas vejaciones con tal de saltarse las limitaciones técnicas de una época, olvidando que se concibió de una forma gracias a esas restricciones tecnológicas, que por supuesto no sometían a las posibilidades creativas.

La idea principal es el control íntegro de una obra para todos los directores en general, desde los noveles hasta los que ya construyeron imperios, trabajan para un estudio y los autores independientes, pero también se trata de entender como espectador que hemos aceptado y permitido muchas de esas aberraciones, algunos por la comodidad del doblaje (que en algunos países no se permite para fomentar la lectura a través de subtítulos), la disposición de materiales en línea y la posibilidad de levantarnos de vez en cuando en el corte comercial.

Lamentablemente, para lograr que la idea se entienda mejor, es necesario compartir ambos documentales en un formato para el que no fueron concebidos, pero vale la pena verlos y analizarnos como consumidores y gente que disfruta el cine sin importar géneros.

Cineastas contra magnates - Parte 1 y Parte 2
Cineastas en acción - Parte 1 y Parte 2


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