Al inicio de la semana nueve de la actual temporada del fútbol americano, alguien volvió a insinuarme que debería publicar mi top 10 de películas de tocho, tal vez en un futuro si lo haga, porque definitivamente nunca me pierdo Any Given Sunday, Friday Night Lights, Remember the Titans, The Longest Yard (la primera por favor) e incluso la escena de Point Break en que Johnny Utah lanza pases en la arena, pero en este caso se trata sobre dos películas relacionadas con el americano, pero desde el punto de vista de la música, obviamente tratan de bandas de guerra.
La primera es Drumline, inspirada en The Southwest Dekalb High School Drumline (SWD) y que muestra una energía que me hacen sonreír y considerar nuevamente la educación musical en México, la de los flautistas de Hamelin, en fin, es sobre ritos de eliminación con puro ritmo y la posibilidad de que la acrobacia, una coreografía, los trajes brillantes y un clásico de la música le puedan robar la atención al balón. ¡Esa si es una guerra de bandas!
La segunda es el documental de la serie ESPN 30 for 30, The Band That Wouldn't Die, que también habla sobre una banda de guerra, pero muy ligada a la historia del americano, con los Colts abandonando Baltimore en la clandestinidad una madrugada para mudarse a Indianapolis. La Baltimore Colts' Marching Band, ahora conocida como Baltimore's Marching Ravens y acompañante de los cuervos Edgar, Allan y Poe, es la banda que continuó sin equipo de 1984 a 1998, aunque apoyaron con su música un tiempo a los Cleveland Browns. ¡Es una gran historia sobre música!, verdaderamente deben buscarla.
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